Espanyol-Barça

Ayer estuve en el partido que disputaron Espanyol y F.C. Barcelona en Cornellà.(Gracias Manolo)
Después de tener que aguantar tebeos como el Sport, en que ridiculizaban la actitud del equipo blamc blau frente a los demás esquipos de la Liga, menos contra el Barça, lo único que puedo decir es que disfuté como un enano viendo los "señoritos" del Barça dando patadas a troche y moche. ¡¡¡IMPOTENCIA!!!

Joder, y luego el que iba al partido con las cananas cargadas de cartuchos iba a ser el Espanyol.

Me cago en el reglamento, pensaría Guardiola culo roto, y puso Ojitos Azules Alves a repartir mandobles sin conocimiento hasta que el colegiado ya no tuvo más remedio que expulsarlo.

Que el árbitro no había comido mahonesa no lo puedo afirmar, pero desde luego si había comido no era Calvé, porque de casero una mierda.

Como tampoco quiero hacer una crónica del partido, que para eso ya están los "profesionales" de Sport, que hoy en su edición electrónica abría con la odisea del Barça hacia milán, y en pequeño le echaba la culpa a Undiano Mallenco, pasaré a contar mi experiencia personal.

Decir que era la primera vez que iba a Cornellà; al estadi claro, que a hacienda ya me han hecho ir varias veces, ah y al médico también iba de pequeño.
Bueno pues eso, que se me va la olla, la primera vez que iba al estadi, y me quedé maravillado de cómo se ve el fútbol allí.

Qué maravilla. Por supuesto la compañía hace mucho, y que te acompañe a ver tu equipo un amigo del club rival no tiene precio.

Gracias Juan Carlos, por esas casi dos horas de sufrimiento que tuviste que pasar para hacerme feliz un ratito.
No os podéis imaginar del mal rato qeue pasó el muchacho solo por hacerme feliz y acompañarme en esos momentos.

Estábamos en un estadio, rodeados de pericos y con su ompañero gritando como un energúmeno. Qué mal lo tuvo que pasar el muchacho.

Decía que se sentía extranjero en su casa, claro como es de Cornellà de tota la vida.

Ya cuando salimos, paramos en un bar a tomar una copa, y nada más entrar me dijo que ya se encontraba mejor. Como no acababa de entender ese cambio de humor, miré alrededor y vi que alguien llevaba una camiseta del Barça, y empecé a entenderlo, pero cuando ví quién la llevaba volví a no entender nada.
Su único aliado en todo Cornellà era una negra de 115 kilos y más fea que su puta madre. Yo no sabía si la camiseta era oficial o se la había hecho cosiendo varias fundas de colchón juntas y pegandole son loctite el escudo.

Una vez concluimos las consumiciones salimos del bar, Juan Carlos se despidió de la negra y me dijo "creo que me he enamorado"

Continuamos por la calle Rubió i Ors y nos encontramos un grupo de personas que Juan Carlos definió como " los suyos ". Y es que eran quinceañeros. También eran del Barça, y él les dedicó la única canción que se sabe de esa temática; si hombre, la de "1889, neix el club que porto..." y el resto de mierda esa.
Yo pensé, buah qué asco, ahora aguantar toda la culerada cantando esa mierda. Pero me equivoqué. Por lo visto ninguno de los muchachos se conocía la letra de la canción, los efectos de hachis, y solo la tararearon un poco. Las muchachas que iban con ellos miraban al carca desaforado cantando, y no me quiero ni imaginar lo que pensaron. Iba una chica con una falda cortita, y Juan Carlos me dijo "me he enamorado"

Continuamos por la misma calle paseando camino de la parada del tranvía, y encontramos otra muchacha que por lo visto esperaba a alguien. Yo estaba convencido de que era la noche de suerte de Juan Carlos, porque se volvió a enamorar. Y como buen Don Juan que se considera, no dejó escapar la oportunidad y la intentó asaltar, en el buen sentildo de la palabra.
Se plantó delante de ella, y con los brazos en cruz como esperando que ella se le arrojase encima le espetó "¿me esperas a mí?"
La mujer se me quedó mirando con cara de pánico y le dijo a Juan Carlos señalándome a mí, "no, le espero a él".
Joder eso si que era suerte, encima que mi mujer me había dejado ir al fúbol sin echarme bronca ahora me iba a plantar en casa con una amante que yo no había buscado pero que me sentía en la obligación de salvar de las garras del taimado Johnie Charles. (joder aqui se ha ido la olla)

Como no me apetecía pagar otro billete de tranvía (que al final no paqué) le dije a Juan Carlos que se alejara de mi protejida si no quería probar el acero de mi navaja.
Al final accedió y me dijo "me he enamorado". Y nos marchamos dejando a mi amante sola y desvalida.

Cuando ya parecía que se encontraba mejor, y que ya se había repuesto de sus desengaños amorosos vespertinos, nos a cercamos a un peligro mucho mayor para él, y es que en la parada del tranvía se encotraba nuestro amigo Pedro, con una importante representación de la Penya Blanc Blava.

El caso es que disfruté y me lo pasé bien, que para eso se va al fútbol, coño.

He dicho.